Descubre el interior de Málaga

Málaga es conocida por sus playas, por la Costa del Sol, por sus calles, su arena, su alegría y su clima; sin embargo, Málaga es mucho más que una provincia que limita con el mar. Aunque sí es cierto que apetece tomar unos espetitos al sol, con una cerveza mientras miras hacia la playa y sientes el sol sobre la piel, también puedes redescubrir Málaga como nunca antes.

En la provincia de Málaga encuentras calles blancas que serpentean entre las sierras que limitan con nuestros vecinos cordobeses y granadinos, entre esas calles puedes encontrar mil sorpresas, como adentrarte en las cuevas de Nerja, o sentir el vértigo ante la imponente caída de 140 metros desde los que puedes ver el lomo de las aves que sobrevuelan la Caldera. Si las sigues con la mirada quizás te lleven a la Cueva del Gato de Benaoján o quizás sigan las corrientes de aire que canturrean y silban por el trazado árabe de las calles de Benarrabá. De hecho, allí puedes escalar hasta la cima del monte Porón o bajar por su profundo cañón para conocer de cerca a un buitre.

Málaga provincia no es solo mar, también es aire, como el que se respira en la serranía de Ronda o como el aire que puedes surcar en un ala delta en Cañete la Real y verte a la altura de la Torre del Homenaje. No te olvides de aterrizar en Casarabonela, pero ten cuidado porque cruzar las lindes de ese pueblo te transporta en el tiempo, no solo estarás visitando el interior de la Costa del Sol, estarás visitando su historia viva, sus edificios, su gente, sus castillos y sus plazas como la de “Los Poyos” desde la que se divisa todo el Valle del Guadalhorce. Y si hablamos del valle como no hablar del Valle del Azahar, el seno de Coín, lleno de naranjos y limoneros que tiñen el blanco del pueblo de naranja y amarillo, tanto, que casi parece que nacen atardeceres entre las ramas de los árboles.

Málaga no solo se puede sentir en la piel con la sal del mar que se te pega como pecas blancas por los brazos, y no solo se puede oler y respirar en sus bosques y sierras, nuestra provincia también se puede saborear. Y tiene muchos matices, es una paleta de sabores que desconcierta al paladar, como por ejemplo la dulce miel de abejas de Colmenar, el único lugar donde se puede degustar unas melojas que recordarás toda la vida. O beber un resol en Cuevas Bajas y sentarte en las mismas mesas que ocuparon los bandoleros del siglo XIX, cuando se la conocía como la Cueva de los Ladrones. Si tienes hambre, de camino a Ronda debes parar en las puertas de su sierra en las Cuevas del Becerro a comer unas migas con naranjas y un vino.

Puedes renovar tu espíritu en Fuente de Piedra, bautizada antiguamente como Fons Divinus haciendo alusión a las aguas curativas de su laguna que nutren la tierra donde se halla la finca de Vistahermosa, tierra en la que crecen cuatro variedades distintas de uva y donde podemos conseguir uno de los vinos más sabrosos de toda la provincia sacados de sus bodegas de Málaga Virgen. O prender una vela en el Festival de la Luna Mora de Guaro mientras comes, bebes y cantas en la época de la Andalucía medieval.

La provincia de Málaga es mucho más que una costa bonita. Málaga es eterna, es para todos los sentidos, es una experiencia y es el espíritu vivo de la historia andalusí.

Para más información, puedes visitar la web de Visita Costa del Sol (https://www.visitacostadelsol.com/)