Tomás García: “Yo con Málaga tengo una historia de amor muy bonita”

Hace ahora 14 años que Tomás García cogía por primera vez en su vida un micrófono y se plantaba delante de un público con un único objetivo: hacer reír a la gente. “No sabía que iba a desembocar en esta locura”, nos cuenta mientras recuerda todo lo vivido en aquel momento en el que se cuestionó si su vida debía seguir por el camino del humor o del periodismo.

De pequeño tenía sueños que cambiaban según la edad, empezó queriendo ser futbolista. Luego su amor por los animales lo hizo querer ser biólogo marino, y criminólogo porque le gustaban las pelis de suspense. “La primera vez que cogí un micro ya mandé al carajo al criminólogo, al biólogo, yo quería volver a sentir aquello que sentí aquella noche. Y ahora tengo la suerte de que lo siento tres o cuatro veces en semana”. Y es aquí cuando Tomás decide perseguir su sueño, a pesar de que su madre le decía que era una locura: “Yo siempre le digo a los jóvenes que los sueños hay que perseguirlos, yo le hago mucho caso al interior, tienes que escuchar de vez en cuando tu alma”.

Y es que Tomás confiesa que da igual si hubiese sido escayolista, biólogo o periodista, el humor siempre ha formado parte de su vida porque es “buen rollista” y le gusta “tener humor en su día a día”. Lo lleva en la sangre, primero por su abuela, a la que todos conocemos y queremos como si fuese la nuestra gracias a sus apariciones en Instagram. Y después por su padre, “era como un niño mayor, estaba todo el día con las tonterías y era muy cara dura, pero en el buen sentido. Hoy intento en mis vídeos hacer un poco de lo que me dejó. Me recuerda mucho a Chiquito”.

Sus comienzos fueron mágicos, en un bar donde había 25 personas y consiguió hacer reír por primera vez a desconocidos con un monólogo escrito por él mismo sobre cosas que había sacado del cuarto de baño: “26 de mayo del 2005, no me acuerdo de mi cumpleaños, pero sí me acuerdo de esto”. Y de aquí saltó a la fama unos años después, llegando a ser nombrado mejor monologuista del año, Malaguita del año o mejor embajador de Málaga en 2015. “Lo haría sin recibir ningún premio porque lo hago de corazón, pero si hay gente que lo reconoce, aunque solo sea con unas palabras, no te queda más que dar las gracias porque te estén dando las gracias. Es una figura retórica literaria”, respondía Tomás con esa gracia que lo acompaña siempre.

Y con Málaga tiene una “historia de amor muy bonita”, pues además de que la lleva en boca vaya a donde vaya, él siempre será “mira ese… el chaval de Málaga”, ya que reconoce que lo relacionan más con su tierra que con su propio nombre. “Pero no me importa, porque se acuerdan de mi mujer, de mi Málaga. La ciudad donde nació Pablo Alborán, el cantante; Chiquito de la Calzada, el humorista; y María Zambrano, la dueña del Vialia”, añadía Tomás entre risas.

Cuando hablamos de inspiración tenemos que hablar de Chiquito de la Calzada, fue su padre quien lo unió a esta figura del humor cuando de pequeño lo obligaba a llamarlo “papal” y él no entendía nada. Y también de Luis Piedrahita, quien, cuando Tomás era joven, le dio un consejo que sigue desde entonces: “Para que las cosas tengan gracia han de tener verdad”.
Y por último de Ángel Garó, a quien Tomás considera precursor de los monólogos en España, “si gente como Ángel no hubiese salido, quizá los monologuistas como tal no habríamos existido”.

Y este año nos promete muchas cosas nuevas, pues está creando un nuevo espectáculo llamado “malagueñismos”, para aquellas personas que no solo quieren ver a Tomás, sino que van a ver cosas de Málaga: “Se me hace tan difícil actuar en Málaga y no hablar de la sociedad de aquí. Reírnos de nosotros mismos. Yo nunca me rio malamente, como diría Rosalía, siempre me rio para sumar, para que la gente se entretenga con Málaga”.

Y, por último, dedicaba unas palabras a aquellas personas que se encuentran como él hace 14 años: “Yo soy tan feliz con lo que hago, a mi lo que me gusta es hacer reír en directo. Hacer una broma y ver como a un señor delante de mí le ha cambiado la expresión de la cara, eso es un regalo. Que no se equivoquen, que una cosa es que te encante hacer reír. Yo nunca quise ser famoso, yo quería hacer feliz a la gente. ‘Es que yo mañana quiero salir en el Club de la Comedia’, entonces déjalo, eso no es. Esto es tirarte muchos años en los bares y ahí ya ser feliz. Que, si no viene otro salto, tú ahí ya seas feliz, lo otro viene solo. Tenerlo claro y nunca dejar de perseguir el sueño. Y ser consciente de que esto es una carrera de fondo. Es como ‘Vísteme despacio que tengo prisa’”.

Os dejamos el «Test con Alma» que le hicimos durante la entrevista:

Autora de la entrevista y las fotografías: Noelia Ruiz