Rocío López – La Boterita: “El flamenco me descubrió un mundo de emociones. Fue lo que me faltaba para complementarme”

Rocío López, mejor conocida como “La Boterita”, empezó su carrera nada más nació. Ya cuenta su madre que ella le ponía coplas y Rocío comenzaba a bailar y hacía como a arrancar a cantar. Sin duda, su madre tenía razón cuando decía que su hija cantaba y entonaba bien cuando apenas empezaba a hablar, pues ya vemos todo lo que está consiguiendo. “Mi padre canta muy bien, tiene muy buena voz, pero la que me metió el veneno en la sangre fue mi madre desde su afición”, comentaba Rocío.

Pero su verdadera pasión por la música y por el flamenco lo descubriría más tarde gracias a su “amiga del alma” Rosi Navarro “La Divi” quien le dijo que estaba dando clases en una escuela de flamenco de las Peñas flamencas de Málaga impartidas por Virginia Gámez. Por aquel entonces “La Boterita” apenas tenía conocimientos amplios sobre flamenco, pero “cuando llegó a la escuela y escuchó a Virginia, se enamoró”. “Mira que llevaba toda la vida cantando, pero el flamenco me descubrió un mundo de emociones. Fue lo que me faltaba para completarme yo. Fue lo más bonito que me ha pasado en la vida. Lo dejé todo, dejé la orquesta en la que estaba, por estudiar flamenco. Hasta dejé la carrera, yo había empezado a estudiar Logopedia y me salió un contrato de flamenco y me fui. Ahora a lo mejor me sale algo de eso y no me atrevo, pero la pasión y las ganas de aprender a cantar flamenco lo podían todo. En el momento no lo piensas, te mueve la pasión”, nos contaba Rocío sobre sus comienzos en el mundo del flamenco.

Y su locura no fue irse a Cuenca a trabajar, le ofrecieron seis meses cantando en uno de los tablaos flamencos más importantes del mundo: “El Flamenco” en el barrio de Shinjuku de Tokio. “Japón me sorprendió para bien, la verdad, y viví allí la mejor etapa de mi vida”, nos decía la artista cuando nos contaba su experiencia con el público japonés, del que afirma que tienen una tradición flamenca muy arraigada. “Me sorprendió el hecho de que una cultura tan distinta a la nuestra con un carácter tan diferente de repente con el flamenco se emocione tanto. Dicen que se sienten muy identificados, es como una manera de poder romper con esa cultura tan cerrada”, añadía la cantante sobre su experiencia en Japón. Allí no solo aprendió sobre esta cultura y su tradición con el flamenco, sino que también descubrió la responsabilidad que tenía al cantar en un lugar tan importante y decidió que tenía que seguir formándose y seguir con lo que estaba haciendo.

También recibió su nombre artístico allí, fueron los bailaores los que un día estando en una comida empezaron “niña no comas más que te vas a poner como la de los cuadros del Botero”, y dijo “La Tremendita” que a ella “Boterita” le gustaba. A Rocío le daba un poco de vergüenza que la gente supiese que su nombre artístico venía por lo rellenita que estaba, pero al regresar a España ya se había hecho eco y no tuvo manera de quitárselo.

Pero llegó su primer disco y ella quiso que su nombre rezase como “La Boterita”, pues, aunque no era puramente flamenco, todo el mundo la conocía así y a ella le traía buenos recuerdos de Japón.  Para ella este primer trabajo “fue como si hubiera parido. Siempre había tenido en la cabeza poder grabar algún día sus temas”. Y esto también le viene de su madre, quien le inculcó la pasión por la lectura y su escritura a ella y a su hermano, del que afirma que es un gran poeta y escritor y fue el que de pequeña le inspiraba para escribir. Es así como empieza a componer, “siempre lo he tenido en la cabeza, lo que pasa es que a mí me daba vergüenza mostrarlas porque yo pensaba que no eran buenas”, por esta razón Rocío iba escribiendo en su libreta de Picasso letras de canciones hasta que un día decidió ponerles música porque quería hacer su sueño realidad: tener su propio disco.

Agustín Sánchez, guitarrista de Jarrillo Lata y amigo de la cantante, es para ella un gran músico, pero es aún mejor como arreglista, le pasó las canciones que tenía escritas de las que se seleccionaron algunas como “Dibújame tu voz”, “En mi despertar” y “Me curaré” y junto con Daniel Lozano, pianista, comenzó el proceso de creación del disco. “Me dieron la vida”, afirma Rocío cuando habla de los comienzos de sus propias canciones.

“A mí me sorprende muchísimo, cada vez me sorprendo más. De verdad que me llena el alma porque digo yo hostia a la gente le gusta, ¿no? Es como una sorpresa, he sentido muy buena repercusión desde el principio”, comentaba cuando hablábamos de cómo se siente al ver que son muchas las personas que ahora no solo disfrutan con su voz sino también con sus propias canciones. Y aunque a ella le gustaría poder dedicarse al 100% a la música, y a nosotros nos encantaría poder seguir oyendo más y más, tendremos que esperar hasta el 18 de julio para verla en directo en “La Choza” porque ahora para con motivo de sus exámenes. Y sí, habéis oído bien, esa carrera que tuvo que dejar para marcharse a Japón a vivir su sueño la retomó hace tres años porque el mundo del “artisteo” es complicado y esta es su forma de asegurarse un futuro estable. Aunque ahora dedique algo de tiempo a la Logopedia, su pensamiento de futuro es acabar la carrera, poder crear un gabinete que le dé estabilidad y poder así seguir con su carrera musical dedicándose en cuerpo y alma a ella, porque para ella “si te dedicas a dos cosas a la vez sientes como que le estás engañando, como que engañas a tu pareja”.

Pero que no cunda el pánico, sé que no podéis esperar a poder disfrutar de nuevos trabajos de nuestra Boterita por eso nos adelantaba al final de la entrevista que en breves podremos disfrutar del videoclip de su canción “Mi despertar”.

Y para finalizar la entrevista os dejamos nuestro test más personal, el «Test con Alma» que le hicimos a La Boterita:

Autora de la entrevista y las fotografías: Noelia Ruiz