1 de mayo: origen del Día del Trabajador

El día 1 de mayo, celebramos el “Día Internacional del Trabajo” o el “Día del Trabajador”. En esta fecha, no solo conmemoramos la labor de los trabajadores, sino que sirve como homenaje a los llamados Mártires de Chicago.

Los Mártires de Chicago, eran un grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886. Fue en ese mismo año cuando la Noble Order of the Knights of Labor, que formaban una organización de trabajadores, consiguió que el sector empresarial cediese ante la presión de las huelgas que había por todo el país.

Todo comenzó con una protesta de los trabajadores basada en pedir una reducción de la jornada laboral a 8 horas, ya que lo normal era trabajar entre 12 y 16 horas al día. Uno de los objetivos prioritarios era hacer valer la máxima de: «Ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso».

Andrew Johnson, presidente de Estados Unidos, promulgó en 1868 la Ingersoll estableciendo 8 horas de trabajo. La jornada de 8 horas pasaba así a ser obligación “legal” en los Estados Unidos para las obras públicas, así como lo era ya para los trabajos privados en Australia. Sin embargo, los obreros industriales, seguían sometidos a una jornada de 11 y 12 horas diarias en los Estados Unidos ya que los empleadores se negaron a acatarla. Es entonces cuando la protesta, llevada a cabo en un principio por 80.000 trabajadores y liderada por Albert Pearsons, acabó en una huelga nacional que afectó a muchas fábricas de los Estados Unidos. Este movimiento se calificaba como “indignante e irrespetuoso” llegando a ser comparado con “pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”.

Tras esto, el conflicto se extendió a otras ciudades  del norte de América llegando a más de 400.000 obreros y a 5.000 huelgas simultáneas. Esto preocupó al gobierno y al sector de las empresas viendo que podía acabar en una revolución anarquista.

La fábrica McCormik de Chicago, en huelga desde el 16 de febrero de 1886 ya que las condiciones de trabajo eran aún peor, no cedió ni dio la razón a los trabajadores y el 1 de mayo de ese mismo año la policía disparó contra los manifestantes que pedían a las puertas de la fábrica el nuevo acuerdo. Durante varios días después continuaron muriendo trabajadores y el 4 de mayo estalló una bomba contra las fuerzas policiales. A este suceso se le conoce como “el atentado Haymarket”.

El 21 de junio de 1886 se celebró el juicio con 31 obreros acusados de haber promovido el conflicto. Todos fueron condenados, dos a cadena perpetua, otro a 15 años de trabajos forzados y 5 a morir ahorcados. Su culpabilidad, sin embargo, nunca fue probada y fueron recordados como “Los Mártires de Chicago”.

A pesar de todo, la manifestación dio resultado y meses después las empresas se vieron obligadas a acatar la ley que reducía la extensa jornada laboral a la que se enfrentaban día a día los obreros y empleados de las fábricas.

El 11 de noviembre de 1887, un año y medio después, fueron ahorcados en la cárcel de Chicago los dirigentes anarquistas y socialistas August Spies, Albert Parsons, Adolf Fischer y George Engel. Otro de ellos, Louis Lingg, se había suicidado el día anterior. La pena de Samuel Fielden y Michael Schwab fue conmutada por la de cadena perpetua y Oscar W. Neebe estaba condenado a quince años de trabajos forzados.

Cuando Spies, Parsons, Fischer y Engel fueron ahorcados, la indignación de los norteamericanos provocó manifestaciones en contra del capitalismo y de sus jueces en las principales ciudades del mundo. De allí empezó a celebrarse cada 1° de mayo el “Día Internacional de los Trabajadores”, conmemorando exactamente el inicio de la huelga por las 8 horas, pero fue el sacrificio de los héroes de Chicago el que grabó a fuego en la conciencia obrera aquella fecha inolvidable.

Autora del reportaje: Elena Pérez